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En esta sección de testimonios de líderes empresariales sobre la crisis sanitaria, Jean-Louis Bouchard, Presidente de Econocom, escribe este post para compartir su experiencia de las crisis con la generación más joven y sus esperanzas para la era post-Covid.

Desde que creé Econocom en 1973, he afrontado dos grandes crisis, como el Crack de la bolsa de octubre 1987 o la decisión de IBM, que redujo sus tarifas de una sola vez un 80% en gran parte de su oferta y que afectaba a nuestros contratos de arrendamiento y a nuestro stock, o más aún, la crisis de las hipotecas Subprime y la quiebra de Lehman Brothers que dio paso a una crisis mundial financiera seguida de una crisis económica que duró hasta 2012. Por varias razones, estas crisis pudieron haber sido fatales para la empresa que dirijo.

En cada ocasión, gracias a la tenacidad de todos, a su ADN guerrero, a la transparencia y sinceridad de su comunicación, tanto interna como externa, el grupo no solo se ha visto fortalecido, sino que ha iniciado un largo periodo de crecimiento por todo lo que habíamos aprendido de la manera más dura.

Lo que me llama la atención en la crisis que estamos viviendo hoy en día, es que por primera vez en mi larga carrera, el sector informático, ya convertido en digital y núcleo del negocio de Econocom, se ve de forma decisivamente positiva. Está demostrando ser un jugador clave en nuestra capacidad para ganar esta batalla juntos. Ha permitido que un país continúe teletrabajando o “tele educando” de un día para otro. Además, ha garantizado la continuidad esencial del funcionamiento de los centros neurálgicos de una nación, tales como hospitales, centros de investigación, centrales nucleares, centros de mando de las fuerzas del orden y las funciones esenciales del Estado.

Pilotado y controlado por nosotros, nuestro sector se convierte en una “mano de Aristóteles”, un instrumento de nuestros instrumentos de defensa.

Este entorno digital es el que nos permite ayudar, cuidar, trabajar, seguir construyendo una sociedad en estos períodos inimaginables hace apenas unos meses, y que cambiará su imagen y estatus. En un momento en que muchos líderes empresariales se cuestionan legítimamente sobre su razón de ser, me complace mucho trabajar de la mano con nuestros clientes para inventar soluciones digitales eficaces que los fortalezcan en un mundo cambiante.

Una de mis mayores satisfacciones profesionales ha sido muy reciente, cuando leí el cálido y entusiasta agradecimiento de hombres y mujeres de Engie, Allianz, France Télévisions, BPCE, Danone, SNCF, la Sorbona y el Consejo Departamental de Bouches-du-Rhône, por nombrar sólo algunos.

Qué orgullo ver el coraje espontáneo y el sacrificio de estos miles de empleados que desarrollaron durante días y noches seguidos, incluso fines de semana, aplicaciones de seguimiento a pacientes en casa, que instalaron con urgencia sistemas de teletrabajo resistentes y a gran escala, que suministraron e instalaron equipos de la noche a la mañana, con el fin de asegurar infraestructuras y redes. Durante mucho tiempo, evité hablar de mi actividad en cenas sociales sabiendo muy bien que inevitablemente podría perder parte de la atención… Hoy, no dudaría ni un minuto en reivindicar lo que es nuestra bella profesión.

El transcurso de una vida normal llegará. El confinamiento, aunque imprescindible, llegará a su límite. La personas de edad avanzada, de las que formo parte, podrán contraer el virus y serán hospitalizadas con mucha más posibilidades de recuperación gracias a las medidas que han evitado saturar las capacidades de reanimación y a la notable devoción de todo el sistema de cuidados.

Las ganas de (re)vivir, emprender, trabajar, de prestar servicios, de ser útil, tener una vida social, serán, probablemente, más fuertes “que antes”.

Aprendemos más ante el peligro. ¿Qué es lo que habremos aprendido? ¿Que nuestro modelo de consumo excesivo camina en la dirección equivocada? ¿Que nuestros esquemas de producción son a veces, unos laberintos y que sus propios creadores caen en la trampa? Que, frente al peligro, ¿la autoridad, la disciplina, y sobre todo, la solidaridad, se convierten en valores ineludibles?

Mil y muchas otras preguntas estarán sobre la mesa. Seamos personas humildes y de buena fe cuando llegue el momento del diagnóstico. Seamos personas abiertas, creativas y visionarias en las respuestas que cada uno propondrá para volver a construir de manera conjunta la arquitectura de un mundo en el que nos irá mejor. ¡Y cuando llegue el momento de la acción política, ambiental, societal y económica, seamos de nuevo audaces y volvamos a convertirnos de nuevo en constructores de catedrales!

Texto traducido. Publicación original en francés : https://www.latribune.fr/opinions/tribunes/rebatissons-nos-cathedrales-846766.html

 

Inglés

Let’s rebuild our cathedrals!

LETTERS FROM LOCKDOWN. In this section of testimonials from business leaders on the health crisis, Jean-Louis Bouchard, Chairman of Econocom, writes this post to share his experience of the crises with the younger generation and his hopes for the post-Covid era.

Since I created Econocom in 1973, I have faced major crises such as the stock market crash of October 1987 or IBM’s decision to lower its rates by 80% on a large part of its offer that corresponded to our rental contracts and inventories, or the subprime crisis and the bankruptcy of Lehman Brothers, which led to a global liquidity crisis followed by an economic crisis that lasted until 2012. For a variety of reasons, they could all have been fatal to the company I manage.

Each time, thanks to everyone’s fighting spirit, Econocom’s warrior DNA, the transparency and sincerity of its internal and external communications, not only did our group come out alive, but it bounced back to a long period of growth, strengthened by what we had learned the hard way.

What strikes me in the crisis we are experiencing today is that for the very first time in my long career, IT, which has since become “digital”, the core of Econocom’s business, is viewed in a resolutely positive way. It is proving to be a key player in our ability to win this battle together. By enabling overnight a country to telework or tele-educate but also by ensuring the essential continuity of operation of a Nation’s nerve centres, such as hospitals, research centres, nuclear power stations, law enforcement command centres and the state’s regalian functions. Piloted and controlled by us, it becomes an “Aristotle’s hand”, an instrument of our defence instruments.

This “digital”, the one that allows us to help, to care, to work, to continue to live together in these periods that were unimaginable just a few months ago, will change its image and status. At a time when many business leaders are legitimately questioning their purpose, I am very pleased to be working together with our clients to invent effective digital solutions that will help them to strengthen their position in a world undergoing rapid change.

One of my greatest professional satisfactions was recently given to me when I read the warm and enthusiastic thanks of men and women from Engie, Allianz, France Télévisions, BPCE, Danone, SNCF, the Sorbonne and the Conseil Départemental des Bouches-du-Rhône, to name but a few.

What pride to see the spontaneous courage and self-sacrifice of these thousands of employees who developed applications during nights and weekends for monitoring patients at home, who installed resilient smartworking systems on a very large scale in an emergency, who supplied and installed overnight equipment to secure infrastructures and networks. For a very long time, at dinners parties, I avoided talking about my activity to my table neighbours, knowing full well that I would inevitably lose their attention very quickly… Today, I would not hesitate one minute to proudly claim our beautiful profession!

The course of a more normal life will resume. The lockdown, although crucial, will reach its limits and will no longer be bearable. The elderly people of which I am a part, will be able to contract the virus and will be hospitalized with a much better chance of recovery thanks to the measures that have prevented the saturation of resuscitation capacities and to the remarkable dedication of the entire care system.

The desire to live, to undertake, to work, to be of service, to be useful, to have a social life, will be there, probably different and stronger than “before”.

It is when facing danger that we learn the most. We were served! So what will we have learned this time? That our model of over-consumption is wrong? That our production patterns are sometimes labyrinths that trap their own designers? That in the face of danger, authority, discipline, and above all solidarity are essential?

A thousand more questions will be on the table. Let us be humble and in good faith when the time comes for the diagnosis. Let us be open, creative and visionary in the answers that each of us will bring to collectively rethink the architecture of the world that will suit us better. And when the time of political, environmental, societal and economic action comes, let us once again become daring cathedral builders!

Translated text. Original publication in French: https://www.latribune.fr/opinions/tribunes/rebatissons-nos-cathedrales-846766.html