Hasta ahora, era habitual comprar los equipos y tenerlos ‘hasta quemarlos’, manteniéndolos en las empresas hasta que no quedaba más remedio que sustituirlos porque ya no cumplían con su cometido. Sin embargo, el arrendamiento tecnológico es un recurso adecuado y es una tendencia cada vez más utilizada en las compañías eco-responsables debido a la reducción de costes, optimización de los procesos y reciclaje de los equipos al final de su vida útil. Este último año y medio, la pandemia ha cambiado considerablemente las empresas, tanto laboralmente como organizativamente. Las compañías ya no son las mismas que hace diez años. Podemos asegurar que la digitalización ha venido para quedarse y el renting tecnológico ha pasado a ser una herramienta fundamental para la utilización de equipamiento tecnológico e industrial, tanto en entidades privadas como en Administraciones Públicas. Prueba de ello, es que, durante el mes de septiembre, el arrendamiento tecnológico ha crecido en España un 107,31% respecto al mismo mes del año anterior (dato aportado por la Asociación Española de Leasing y Renting).
Aunque, ¿en qué consiste exactamente? Podemos entender el renting tecnológico como un arrendamiento operativo, un alquiler, que incorpora una serie de servicios asociados como la renovación de los equipos en cualquier momento del contrato, el seguro, la retirada de los equipos al final de su vida útil, así como el borrado de datos y la destrucción de estos, cumpliendo con todas las normativas de reciclaje medioambiental europeas.
El resultado es la reducción del coste global del proyecto, gracias a todos los servicios asociados que se pueden incorporar en el contrato mediante un modelo As-a-Service, que permite ahorrar mucho tiempo a las compañías y a sus áreas de informática, pudiendo focalizar todos sus esfuerzos en su core business.
Otras de las ventajas de la renovación tecnológica, es que el nuevo equipo disponible es más eficiente, tiene mejores prestaciones, un mayor rendimiento y un impacto menor en el medio ambiente respecto al anterior activo tecnológico, reduciéndose así la huella digital. Y es que, la obsolescencia conlleva un problema de residuos innecesarios que provoca daños en el entorno.
El arrendamiento tecnológico es, por tanto, un factor clave para que las empresas puedan alcanzar la eficiencia y la productividad deseadas, a la par de ser eco-responsables. Entre sus principales ventajas caben destacar: mejorar la digitalización, olvidándose de la gestión de los activos que no aportan mucho valor en el día a día, contribuir positivamente en el impacto al medio ambiente, e invertir y focalizar recursos propios en la innovación y desarrollo de la empresa.
Artículo publicado por Xavier Linares, Director General Actividad TM&F, en Computing